martes, 28 de septiembre de 2010

WALL STREET Y LA BOLSA EN EL CINE

Gracias a la secuela de Wall Street (1987) hablaremos sobre películas en las que se refleja el mundo de los corredores de bolsa. Algunas tocan las relaciones laborales, otras el ambiente y los romances, pero sobre todo la ambición desmesurada ya sea en tono de drama o de comedia generando complejas relaciones.

Comenzamos con un clásico europeo, Eclipse (1962), la obra de Michelangelo Antonioni en la que los salones de la bolsa son el ambiente perfecto para el protagonista que ejerce el trabajo de corredor y negociante de apuestas al ser utilizados como un reflejo de su existencia y su pasional romance: un día se gana y al otro se pierde.

Las cintas que más éxito tienen son las que exploran el mundo de Wall Street, y ninguna como la cinta homónima dirigida por Oliver Stone que describe la vorágine que se vive en torno a la Bolsa, dominado por la especulación, que no conoce principios, y en el que se bordea la ilegalidad. Michael Douglas es Gordon Gekko, un inversor despiadado, financiero legendario y la estrella de la mejor película jamás realizada sobre el dinero.

Dos novelas sobre este mundo tuvieron distinta suerte: La Hoguera de las Vanidades (The Bonfire of Vanities - 1990) significó para Brian de Palma destrozar uno de los mejores best-sellers de final de siglo en base a un incidente común, haciendo una autopsia de la sociedad neoyorkina, desde las barrios marginales al jet set. Distinta suerte tuvo Psicópata Americano (American Psycho - 2000), la escalofriante novela de Bret Easton Ellis sobre un yuppie de Wall Street que asesina salvajemente sin descuidar su trabajo de broker, su culto al cuerpo ni su afición por las marcas. Con un soberbio Christian Bale, sorprendió por su mezcla de modernismo, violencia y nihilismo.

Otras películas que merecen una revisión son Dealers (1989), rivalidades profesionales, atracciones y ambiciones conforman su argumento una correcta producción de intriga ambientada en el mundo de los negocios que recuerda a Wall Street. El Informador (Boiler Room - 2000) es una entretenida película de agresivos ejecutivos de nivel medio, mafiosos de baja calaña pero de cuello alto, que muestra lo que era la bolsa en los 90 y lo que llevo a la ruina a miles de estadounidenses. Parece increíble que un corredor de bolsa lleve a la quiebra a un banco, y esto se ve en Rogue Trader (1999), un biopic sobre la irracionalidad a la que inversores avanzados pueden incurrir debido a la inherente torpeza humana.

La comedia tiene aquí un mundo bastante amplio para satirizar, como es el caso del filme de John Landis De Mendigo a Millonario (Trading Places - 1983), que esconde una de las mejores críticas contra el "Darwinismo social", que afirma que uno es rico porque lo lleva en los genes. El cambio de roles entre un rico agente de bolsa y un vago sirve para también criticar al capitalismo.

Ambientada 20 años después de la original, ahora es el turno de Wall Street: El Dinero Nunca Duerme (Wall Street: Money Never Sleeps - 2010), en la que Oliver Stone vuelve a dirigir a Douglas como el implacable tiburón de las finanzas Gordon Gekko, quien puesto en libertad después de cumplir una prolongada condena en prisión, va detrás de algo muy distinto de la redención...

Estas películas no resuenan sólo por un gran director, actores talentosos y guiones inteligentes, sino porque responden a una preocupación: el dinero, inspirando a muchos jóvenes a entrar en el mundo de la banca de inversión, y es que Wall Street es el centro financiero más importante del mundo, la calle más seductora y peligrosa de América.

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