sábado, 19 de abril de 2008

BIO PICS MUSICALES: VIDAS EN UNA CANCION

Cada vez podemos ver más estrenos de biopics musicales, lo que nos hace repasar este sub-género en el que resaltan las mentes perdidas, las vidas llenas de excesos, la no-asimilación del éxito y los finales trágicos. Pasear la creatividad por la música no es fácil y Hollywood ha sabido mostrar su grandeza y el morbo.

Tenemos dos tipos de biopics, unos que resaltan los valores creativos y sociales, como “Música y Lágrimas” (1953) de Anthony Mann, un homenaje a Glenn Miller, el más famoso trombonista y gran compositor de inolvidables melodías y un estilo de música, el swing; otro es “The Benny Goodman Story” (1955), sobre el compositor y clarinetista Benny Goodman, que cubre en un filme edulcorado desde su infancia hasta una memorable actuación en el Carnegie Hall; y aunque contemporáneo, Kevin Spacey hizo un respetable homenaje a Bobby Darin en “Beyond the Sea” (2004), un magnético artista que llegó a opacar al propio Frank Sinatra reinventándose a sí mismo musicalmente.

Por lo general, los grandes artistas rompieron reglas no solo musicales, y este aspecto es el más explotado en este sub-género, como el profundamente jazzístico “Bird” (1988) de Clint Eastwood sobre el genial saxofonista Charlie “Bird” Parker, quien abusó del alcohol y las drogas convirtiendo su vida en un infierno; Ray Charles es una leyenda que rompió barreras sociales y artísticas, su biopic “Ray” (2004) de Taylor Hackford se centró en el período más explosivo de su carrera como adicto a la heroína; y el filme de James Mangold “Johnny & June. Pasión y Locura” (2005) vimos a Johnny Cash, un autentico rebelde que alternó éxitos y conciertos viscerales con hechos de violencia y adicciones, cambiando la cara del rock and roll.

El lema sexo, drogas y rock’n’roll se hizo popular en los 60 con bandas como The Doors, quienes se sumieron en un espiral de éxito y destrucción en el que el desenfreno de su cantante Jim Morrison no empañó su genialidad que retrató Oliver Stone en “The Doors” (1991); o el repaso de Alex Cox en “Sid & Nancy” (1986) sobre la vida de Sid Vicious, bajista de la mítica banda punk Sex Pistols, enfocándola como una historia de amor, drogas y autodestrucción; y, con mucha música, sexo, drogas y personajes tenemos en la historia de Tony Wilson, fundador del sello Factory Records, quien cambió la cara del pop inglés en “24 Hour Party People” (2002) de Michael Winterbottom.

Entre los latinos tenemos “La Bamba” (1986), el merecido homenaje de Luis Valdez sobre la meteórica pero trágica carrera de Ritchie Valens, un mexicano-americano que a los 17 años se convirtió en una estrella del Rock & Roll; Gregory Nava presentó la vida de “Selena” (1997), todo un fenómeno del tex-mex, su vida fue un continuo carrusel de problemas familiares para terminar su carrera también trágicamente a manos de la presidenta de su club de fans; y hace poco vimos el filme de León Ichaso sobre Héctor Lavoe, “El Cantante” (2007), el puertorriqueño que triunfó en el mundo de la salsa en Norte América revolucionándola con un estilo incomparable pero con una vida llevada al límite por la drogadicción.

Un caso curioso es el compositor Cole Porter, un icono de la época dorada de Hollywood, cuya vida se ha tratado de 2 maneras: “Night and Day” (1946) de Michael Curtiz con una tendencia a homenaje que cubre su vida llena de momentos dramáticos y memorables; mientras que “De-Lovely” (2004) de Irvin Winkler, es un interesante musical en base a sus recuerdos, mostrando además de su talento, su lado frívolo y promiscuo con sus excesos homosexuales.

Los clásicos también tienen lo suyo, narrado por un rival consumido por los celos artísticos está el impresionante retrato de Mozart a cargo de Milos Forman en “Amadeus” (1984), mostrado como un alcohólico e inmaduro, un talento desperdiciado; uniendo la grandeza de sus sinfonías con los momentos más relevantes de su vida, otro genio revisado al menos en dos oportunidades, “Amada Inmortal” (1994) y “Beethoven Monstruo Inmortal” (2006) es Beethoven, un hombre atormentado, de mal carácter pero muy sensible; y entre los contemporáneos tenemos a “Claroscuro” (1986) de Scott Hicks sobre David Helfgott, un virtuoso pianista australiano al que la presión paterna le traumatizó hasta bordear la locura y el internamiento.

Las vidas de los genios musicales están de moda, y últimamente vimos la vida de la legendaria cantante Edith Piaf y su paso desde los barrios bajos de París a su gran éxito en Nueva York en "La Vie en Rose", película protagonizada por Marion Cotillard, ganadora del Óscar por este papel, y dirigida por Olivier Dahan en las salas, porque este sub-género en ascenso duplicará su espacio en el universo cinematográfico, porque demanda hay, y mucha. Esperemos pronto ver “Control”, la aclamada biografía cinematográfica de Ian Curtis, el mítico cantante de Joy Division.

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